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Blog personal

Friday, January 05, 2007

Como un clásido de Sthendal o Dostowieski

Cuando uno realmente siente, nade le impide gritar a los cuatro vientos lo que siente. Pues bien, me he enamorado como una chiquilla quinceañera, como en una novela de Benito Péfez Galdós.

Mi amor es sufrido, tormentoso, intenso, decimonónico. En este amor la realidad supera a la ficción... Hay días en que los estragos del drama alcanzan límites insospechados y Madame Bovary viene a mi mente. Es ahí, cuando quiero correr en busca de los brazos del amante a pesar de la desdicha y el daño que ese encuentro puede provocar. Todo se cae a pedazos y el amor sigue incondicional, aferrándose a la nada, atajándose en las esquinas y flirteando con el quiebre.

Recuerdo haber leído a Flaubert y haber pensado, que a pesar de su manera esquizoide, Madame Bovary tenía algo que yo compartía: las ganas de amar intensamente y pese a todo. Y ahora que me he convertido en una de tantas Bovarys compadezco mi situación de caos.

Lo único claro dentro de mi novela, son dos imagenes que hacen que lo decimonónico de este cuento sea llevadero. Es como cuando un amigo me dijo "Ve Nueces para el amor sólo por la escena en blanco y negro, donde ella está parada al lado de la ventana y observa la luz. Esa escena hace que la película sea lo que es, sólo ese instante de maravilla hace que todo el resto pase desapercibido"
Bueno, lo mismo que con mi enamorado....
Recuerdo que la primera vez que nos vimos llovía a cantaros, él me fue a dejar a la micro, luego de cruzar dos palabras y en la puerta, al despedirnos, nos abrazamos. Ahí supe que era algo especial. La segunda vez que estuvimos juntos me invitó un café y al estar sentada frente a él, lo miré, él agachó la cabeza, llevaba su chaqueta café, esa que aún amo y pensé "estaría el resto de mi vida con él". Y en fin, al decodificar lo que dije pensé "ups, me enamoré"

Y auque ese fue uno de numeros últimos encuentros, de esos que ni Sandor Marai comprendería la envergadura de hablar, zanjar y herir como sólo se hace en "El Último Encuentro"... A pesar de eso, de todo y de nada, el amor es así, generoso, dispuesto a dar sin estrategias ni cálculos. Y eso es lo que he hecho, convirtiéndome de paso en un personaje de la mejor de las novelas... Al menos, amor mío, podemos decir que somos un clásico de clásicos...

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