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Saturday, June 24, 2006

Una historia Del Pasado: "Perder el Miedo: El día que Renuncié a Mi Trabajo"


Salí de mi casa con la certeza que todo estaba bien, que los días precedían de la misma manera, que las horas seguían el continúo y que mi mente estaba donde la dejé el día anterior.
Hace rato habían pasado los cuestionamientos de qué realmente debía hacer, qué era lo que me gustaba y qué estaba haciendo en el trabajo que hace 1 año 7 meses era mi calvario. Mi cotidianidad se había convertido en rutina, el ritmo azaroso de antiguas mañanas ya no existía. Y lo asumía, o por lo menos, vivía.
Caminaba con rumbo apresurado, mi pelo estaba húmedo al igual que el día y mi abrigo azul eléctrico pintaba de colores los sombríos y somnolientos rostros del metro. Todo era igual, las mismas caras, el mismo recorrido, subir a un taxi, leer el diario y cruzar alguna que otra palabra con mi taxista habitual.
Pagué la tarifa de costumbre y entré escabulléndome para no hacer notar mi falta de rigurosidad con el horario. Con el tiempo me he dado cuenta que esa es una de mis características, es difícil levantarse temprano.Me gusta la noche porque es un pensatorio natural, es como un estado que invita a recordar, a estar para sí mismo y olvidarse del protocolo que el mundo exterior nos exige. Me atormenta regularmente ese contacto con lo otro y con los otros.
Algo pasó en mí que actué de manera irracional, nada en particular había sucedido para tomar esa decisión, nada había resquebrajado la rutina, la pasividad de mi día. Sin embargo, lo hice: RENUNCIÉ Y FUE INCREÍBLE. Es difícil asumir que el estado natural de las cosas debe cambiar, debe trasformar tu vida y llevarla por lugares desconocidos. Amo esa sensación de no saber hacía donde se dirigen las cosas, amo saber que no soy nada y que en nada me convertiré, que la nada es mi tema, porque no tengo nada que decir, o porque simplemente, no sirvo para nada.
Desde ese minuto que salí y crucé el umbral de mi calvario me sentí libre, me sentí, por primera vez, desde hace mucho tiempo, con ganas.
Llevo dos semanas rearmándome, no es sencillo, porque debo reconstruir muchas cosas, cosas pendientes, cosas de las que me avergüenzo, otras que quiero remediar u otras que sencillamente debo encausar.
Pero hoy veo la ciudad de colores, el frío de la mañana no se confunde con mi pelo y no necesito un abrigo azul eléctrico: hoy ya no soy invisible porque soy libre.

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